viernes, 29 de enero de 2010

El alma tiene ilusiones como el pájaro tiene alas: es lo que la sostiene.

Victor Hugo

miércoles, 27 de enero de 2010

La sexualidad tiene que ver menos con el deseo que con la comunicación.

John Giorno.

sábado, 23 de enero de 2010

Hijos de parejas gay

Imagen: Getty Images

Hernán Gómez Bruera
23 de enero de 2010

El Universal


Ema y Alba, dos jóvenes artistas, se enamoraron hace seis años y decidieron formar una familia. Del vientre de Ema nació la pequeña Gala. Para ellas, sin embargo, la niña es hija de las dos. Así lo explicaron en el programa Espiral, en Canal 11 el lunes pasado. A diferencia de otras parejas, donde la maternidad a veces llega por accidente, el nacimiento de Gala fue larga y cuidadosamente planeado; un deseo que se volvió realidad después de haber leído, estudiado y despejado sus propias dudas a partir de la ciencia y la experiencia.

Emiliano y Juan son una pareja de jóvenes que tenía un sueño parecido. Para estos dos hombres el asunto era más complicado. Sin embargo, llegó un día en el que su destino se cruzó con el de tres niñas chiapanecas, huérfanas de padre. Su madre consintió cederlas en adopción, y así permitir que tuvieran un futuro distinto al que ella podía ofrecerles. Pablo es hoy, para efectos legales, el padre adoptivo de las niñas. Para ellos, sin embargo, son hijas de los dos en tanto las han criado juntos.

Se cree que en México existen al menos unas 250 mil familias homoparentales (de gays o lesbianas), aunque —según el Círculo de Familias Diversas— podrían ser hasta un millón. Hace tiempo que en nuestra sociedad el modelo nuclear tradicional ha cedido el paso. Existen las comandadas por una sola madre o padre (monoparentales), por un abuelo, una tía o incluso familias en las que conviven varios miembros (extensas) y donde los niños no necesariamente están siempre al cuidado de sus padres.

Ni Ema y Alba, ni Emiliano y Juan, ni tantas otras parejas del mismo sexo han tenido que pedir permiso para criar a sus hijos (ninguna ley prohíbe la adopción a un individuo por orientación sexual). Estas familias existen y existirán ya sea que nos parezca “natural” o no.

Cualquier discusión que pretenda poner el acento en el carácter natural de una conducta humana es infantil y cae por su propio peso. Los mismos que condenan la unión entre parejas del mismo sexo por “antinatural”, seguramente rechazarían el argumento de que la promiscuidad —tan usual en la época de las cavernas— sea una condición natural de comportamiento sexual.

Lo que una sociedad moderna, democrática y madura debe discutir no son definiciones sobre la naturaleza de nuestros actos, sino la forma de garantizar derechos para todos. Esteban Arce y Norberto Rivera pueden seguir pensando que llamar por celular, viajar en coche, ponerse un preservativo o tener una relación con alguien de su mismo sexo no sería natural. Perfecto, que no hablen por celular y que no viajen en coche. El telégrafo es un excelente medio de comunicación y los caballos son un buen medio de transporte.

Lo que importa no es si la familia de Ema, Alba y Gala es natural o artificial sino cómo el Estado la protegerá; cómo evitará que Gala sea discriminada frente a los hijos de heterosexuales. Siendo Ema la madre legal, Alba no tiene forma de demostrar que es también su madre. Si Ema faltara, la pequeña posiblemente sería apartada de quien ha sido su madre o quedaría en indefensión jurídica. Y es que esa familia no tiene los derechos que la ley otorga a los progenitores.

Los detractores de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, antes que ofrecer argumentos racionales, anteponen opiniones y prejuicios basados en la moral o la religión. A algunos les preocupa la orientación sexual que podrían tener los niños, como si ésta se transmitiera de generación en generación (lo que ciertamente no ocurriría con la heterosexualidad); a otros, que los niños puedan sufrir “daño sicológico irreversible”. Sin embargo, más de 30 estudios en el mundo demuestran que los niños criados por familias homoparentales no tienen diferencias importantes en su desarrollo emocional, social o intelectual.

Se dice también que estos niños sufrirán discriminación. Posiblemente. Pero la solución no es que las familias del mismo sexo renuncien a tener hijos. Los indígenas también son discriminados en México y nadie les pide que no envíen a sus hijos a la escuela, menos que dejen de tenerlos. Una parte de la sociedad mexicana todavía tardará en aceptar y respetar a las familias no tradicionales. El Estado, sin embargo, no puede seguir discriminándolas. Debe velar por su inclusión, no sólo en DF, sino en toda la República.

h.gomez-bruera@ids.ac.uk

jueves, 21 de enero de 2010

Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien las merece no te hará llorar.

Gabriel García Márquez.

miércoles, 20 de enero de 2010

Al final el deseo siempre encontró su camino.

Allen Ginsberg

"... no los vayan a discriminar..."



Imagen: Getty Images.

Una de las razones más fuertes y contundentes que los grupos conservadores dan para oponerse a la adopción de niños por parte de parejas de homosexuales, es que los niños hijos de estas parejas sufrirán discriminación y burlas en la escuela. De hecho, de eso se trata la tercera pregunta en la encuesta que está haciendo el PAN sobre el tema: "¿Cree usted que un niño adoptado por homosexuales sería víctima de discriminación por parte de sus compañeros de escuela?". No es necesario decir que la mayoría de la gente contesta que sí, que sería discriminado, y eso lógicamente provoca lástima o preocupación, lo cual puede influir en la aceptación o rechazo a la medida.

Me van a perdonar, pero a mí esa no me parece una razón suficiente para prohibir a los homosexuales adoptar niños. O sea, ¿en vez de atacar la discriminación hay que tratar de evitar que existan los discriminados? Siguiendo esa misma lógica, y sabiendo que el 42% de los mexicanos no quisieran convivir con un extranjero (según la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México), habría que prohibir entonces que los extranjeros vinieran a México. O si vienen, que no se relacionen con los mexicanos, "no los vayan a discriminar".

Si las decisiones sobre derechos humanos se tomaran sobre supuestos de este tipo, la población negra de Estados Unidos no podría asistir a las universidades, pues uno de los argumentos que se usaban para oponerse a que los negros fueran admitidos en las universidades "de blancos" era que los "iban a segregar". También se pensaba que las mujeres que iban a la universidad estaban destinadas irremediablemente a la soledad y a la soltería, por lo que no era bueno que estudiaran. Ideas que parecen ridículas hoy pero que en algún momento de la historia, no muy lejano, eran compartidas por la mayoría de la gente y sonaban muy lógicas y convincentes. Exactamente como suena hoy la idea de prohibir la adopción de niños por parte de homosexuales porque "no los vayan a discriminar".

Y sí, es cierto: en un país como éste hay altas probabilidades de que un niño con dos papás o dos mamás sufra burlas en la escuela. Y no hablo de escuelas católicas, donde de entrada es probable que ni siquiera lo acepten, sino de escuelas de todo tipo, incluso públicas.

Pero, ¿no sufren también burlas los niños gordos? ¿Los que usan lentes? ¿Los que usan frenos? ¿Los que tienen alguna discapacidad? Y a nadie se le ocurre prohibir que los niños gordos vayan a la escuela o la venta de lentes o aparatos de ortodoncia.

Yo soy un caso. Yo fui un niño gordo. Muy gordo. Y sufrí burlas. Tuve apodos. Y además, como mis papás eran divorciados, también fui discriminado por eso. Hubo niños que me dijeron claramente: "mis papás no me dejan que me junte contigo porque tus papás son divorciados". ¿Sufrí daños psicológicos y traumas demoledores? No. Estoy medio mal de la cabeza pero eso nada tiene que ver con los niños que no me prestaron sus canicas en la primaria. El punto es que eso era algo muy común en mi época (hace unos 30-35 años): los niños de padres divorciados éramos vistos como bichos raros. Y yo estudié en una primaria de gobierno, laica y muy democrática. ¿Por qué a nadie se le ocurrió pedir que se prohibiera el divorcio? Finalmente era una medida legal que "afectaba traumáticamente a los niños" y que hacía que los discriminaran. ¿O hubiera sido mejor promover una ley que obligara a que el Estado le quitara sus hijos a los padres divorciados quienes, evidentemente, no pueden proporcionarles un hogar feliz, normal, completo, "natural"?

Lo que va a pasar (y les tengo noticias: ya pasa) con los hijos de padres homosexuales va a ser exactamente lo que pasaba con los hijos de padres divorciados: después de unas cuantas broncas, cachetizas y escupideras, los niños van a ser tan populares o impopulares como cualquier otro. Habrá papás que no quieran ni siquiera que sus hijos estén en el mismo salón que el "extraño niño", pero igual hasta le hacen un bien al discriminado ahorrándole el trato con gente tan ignorante. Y después de algunos años, la sociedad va a evolucionar, mucho más rápido que sus dirigentes y líderes morales, y aceptará lo que hoy rechaza. Se los garantizo: yo acabé metido en una escuela del Opus Dei donde nadie me discriminó y a nadie le importaba el estatus legal de mis padres, fueran del sexo que fuesen.

Sergio Sarmiento sobre la "adopción gay"



JAQUE MATE
Soy huérfano
Sergio Sarmiento
20 Ene. 10

"La intolerancia es prueba de impotencia".
Aleister Crowley


Recibo ayer dos correos electrónicos sobre los matrimonios entre homosexuales y la posible adopción de niños por parejas gay.

Uno contiene una presentación en Power Point que se titula "Las nuevas familias en el D.F." La protagoniza un niño rubio -por supuesto- con un gorro de Santa Claus que subraya su inocencia y que dice: "Hola, soy Alejandro. Tengo un año y medio y soy huérfano".

Señala la presentación que en el orfanato le dijeron a Alejandro que pronto tendría una familia que lo haría feliz; pero unos políticos, entre los que incluye al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, decidieron que "Yo merecía tener una familia perfecta para poder desarrollarme y crecer feliz".

La familia que le dieron los políticos, sin embargo, es un grupo de trasvestis locos y promiscuos que incluso -quizá- abusan del pequeño. Al final de la presentación el niño de un año y medio se pregunta: "¿Por qué mis amigos de la escuela son tan diferentes?". En la foto aparece un bebé con su padre y su madre, ambos jóvenes y guapos. Los tres se muestran felices.

Esta presentación me recuerda los argumentos de los años sesenta de algunas familias blancas en Estados Unidos que afirmaban que todos los negros eran asesinos y violadores por lo que no se les debía permitir vivir en vecindarios blancos o asistir a escuelas blancas. Cualquiera podría preparar ahora una presentación en Power Point de la realidad de muchas familias heterosexuales, con padres golpeadores y abusivos, o de aquellas en que los padrastros heterosexuales abusan de las niñas a su cargo. Esta presentación podría usarse para exigir que se prohibiera la adopción por parejas heterosexuales.

También la discriminación contra los mexicanos en Estados Unidos podría promoverse con una presentación similar. La imagino con esas imágenes que son ya estereotipo de los mexicanos fuera de nuestro país: panzones, con sombrero, bigotones, armados hasta los dientes y con anillos de joyas y cadenas de oro. La presentación argumentaría que, como los mexicanos son sucios, flojos, violentos, ladrones y narcotraficantes, no se les debe permitir el ingreso a Estados Unidos.

De igual manera me imagino una presentación de Power Point que ofrezca los nombres y retratos de tantos sacerdotes acusados de abusar de menores y que argumente que se debe prohibir cualquier contacto de sacerdotes con menores de edad.

Estos razonamientos, sin embargo, son falaces. Ni todos los homosexuales son locos, trasvestis o promiscuos, ni todos los negros son asesinos, ni todos los mexicanos son narcotraficantes, ni todos los padrastros heterosexuales abusan de las niñas, ni todos los sacerdotes de los menores. Quienes cometan actos indebidos deben ser castigados, por supuesto, pero no podemos pensar que una persona deba ser discriminada simplemente porque es homosexual, negro, mexicano, heterosexual o sacerdote.

La discusión sobre el matrimonio entre homosexuales y sobre la adopción de niños por ellos ha sacado a la luz la enorme intolerancia de algunos grupos de mexicanos que se niegan a aceptar que alguien pueda ser diferente.

Ah, pero olvidaba el segundo correo que recibí. Es de Ana Abascal, una joven estudiante universitaria, que dice: "Yo conozco a varios suertudos que tienen dos papás o dos mamás y que les va mucho mejor que a muchos de mis amigos que tienen un papá y una mamá y que viven un infierno. También les va mejor que a mí misma, que sólo tengo una mamá". Súbitamente Ana me convence de que en México todavía hay tolerancia e inteligencia.



LIBERTAD DE LA IGLESIA

No acepto la posición de quienes dicen que la Iglesia no debe opinar sobre el aborto, el matrimonio entre homosexuales o la política. Ya han pasado los tiempos en que el Estado podía censurar a quien fuera. Tampoco estoy de acuerdo, sin embargo, en que la Iglesia imponga sus posiciones morales o políticas sobre todos los mexicanos.

www.sergiosarmiento.com

Opinión y análisis - Benedicto: ¿Qué gana la Iglesia al contradecir a la Ciencia?

Opinión y análisis - Benedicto: ¿Qué gana la Iglesia al contradecir a la Ciencia?

Las mayorías siempre tienen la razón. ¿Será?

Imagen: Getti Images.
A lo largo de la historia ha habido siempre temas que sacan ronchas a las "mayorías" y a las buenas conciencias. Algunos parecen hasta ridículos ya a través del tiempo, pero es importante recordar que hubo un tiempo en que la mayoría de la gente pensaba así. Para que veamos que no siempre las mayorías (ni las instituciones) tienen razón:

  • No aceptar estudiantes negros en las universidades de EUA porque los iban a “segregar”.

  • Las mujeres con educación universitaria están destinadas a ser unas solteronas solitarias, así que no hay que dejar que estudien.

  • Los indígenas americanos no tiene condición humana (o sea, eran como animales. En esto estaba de acuerdo incluso la infalible Iglesia).

  • Las mujeres no deben tener el derecho de votar.

  • La esclavitud es un mandato de Dios.

martes, 19 de enero de 2010

La insoportable contradicción del ser (mexicano)

Rechazo en México al matrimonio gay, pero son pocos los que harían algo para impedirlo

María de las Heras. Periódico El País.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/insoportable/contradiccion/ser/mexicano/elpepuint/20100118elpepuint_4/Tes

"Yo creo que el matrimonio entre personas del mismo sexo va en contra de los valores de la familia mexicana", opina el 59% de las personas que entrevistamos para la encuesta que hoy entregamos a elpais.com. Pero apenas la quinta parte de ellas (16% respecto al total de entrevistados) estaría dispuesta a participar en acciones para evitar que se concrete su legalización, tal y como lo pidió desde el púlpito el Cardenal Primado de México Norberto Rivera Carrera.

No estar de acuerdo con cierto comportamiento social no necesariamente implica que se le quiera ver desterrado de la faz del planeta, como lo pretende hacer creer el partido Acción Nacional, que está buscando por todos los medios presionar para que se derogue la ley que en Ciudad de México permitirá las uniones entre homosexuales como matrimonio, con todos los derechos del caso.

Es cierto que la mayoría de los mexicanos no están de acuerdo con los matrimonios gay, pero resulta por demás temerario y mañoso que a partir de estas opiniones la Iglesia Católica y el PAN pretendan demandar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspenda una ley, porque en ese caso habría que hacer algo también con la tan recurrente y tolerada infidelidad conyugal, ya que para el 71% de los mexicanos es un asunto que resulta inaceptable. ¿Qué, volvemos a matar a pedradas a los adúlteros como en los tiempos bíblicos?

Sin duda, la parte más polémica de la ley sobre matrimonios homosexuales aprobada en la capital mexicana en diciembre pasado, es que les confiere el derecho a adoptar tal y como lo tienen los matrimonios heterosexuales. Aunque apenas un 6% de los mexicanos conoce personalmente a alguna familia homoparental como lo reportamos en este espacio el lunes pasado, el 66% está convencido que los hijos de matrimonios homosexuales quedan afectados sicológicamente, pero también hay que decir que el 78% dice lo mismo de los hijos de matrimonios heterosexuales que se divorcian, y no por eso claman que se prohíba el divorcio ¿o sí?

"Los niños adoptados por parejas del mismo sexo van a crecer siendo excluidos por la sociedad", nos dijo el 54% de las personas que entrevistamos. Pero ojo, 51% reconoció también que siempre será mejor para un niño huérfano formar parte de una familia homoparental que vivir sin familia alguna.

Esta suposición de la mayoría de que los hijos de familias homoparentales tendrían problemas de aceptación entre la sociedad es una de las razones que Acción Nacional piensa exponer para pedir que se detenga la aplicación de la ley en el Distrito Federal, pero ¿no era ese también uno de los argumentos más recurrentes entre los que se oponían a establecer cuotas mínimas para alumnos de color en las universidades en los Estados Unidos de los años sesenta? ¿No se pensaba acaso en la sociedad del siglo XIX que las mujeres con educación universitaria estarían irremediablemente condenadas a ser unas solteronas solitarias?

Como siempre, las mayorías se oponen a cualquier cambio radical en el comportamiento social establecido. Supongo que lo mismo ocurrió cuando Fray Bartolomé de las Casas quiso convencer al México colonial de la condición humana de los indígenas americanos, o cuando las socias sufragistas luchaban porque se le reconociera el derecho a votar a las mujeres inglesas de principios del siglo XX. Me pregunto qué hubiera pasado si las autoridades de entonces hubieran cedido ante el desacuerdo general que estoy segura prevalecía en la mayoría de las personas que vivía en las sociedades de aquellos tiempos.

El hecho es que el debate desatado por la ley de matrimonios homosexuales en el Distrito Federal ha provocado un caudal de declaraciones de la jerarquía católica llamando desde los púlpitos a la desobediencia civil -a través de todos los medios legales, dicen- y eso para el 52% de los mexicanos es una clara violación al mandato constitucional de la no intervención de la Iglesia en cuestiones de Estado. Y si bien es cierto que la mayoría considera que no es motivo suficiente para que el gobierno los amoneste, también lo es que, como el grano de mostaza en la parábola bíblica, son muy pocos los llamados a la sublevación que están cayendo en tierra fértil.

Esperemos que con esta ley no ocurra como con la de la despenalización del aborto, cuya aprobación en la Ciudad de México provocó que en más de la mitad de las entidades federativas se modificaran las constituciones locales para poner candados que harán imposible cualquier intento, por mínimo que sea, por reconocer a la mujer su derecho a decidir. Digo yo que si en aquel caso los reaccionarios y sus aliados fueron capaces de estampar en los textos constitucionales, contraviniendo el más elemental criterio científico, que la vida comienza en el momento de la concepción, ahora serían capaces también de convertir en precepto constitucional la idea decimonónica de que el único objetivo de las relaciones sexuales es procrear, y en ese caso ¡sí que estaríamos fritos!.

NOTA METODOLÓGICA. Encuesta telefónica realizada el 9 de enero, considerando 500 entrevistas a personas mayores de 18 años seleccionadas mediante un muestreo aleatorio simple sobre el listado de teléfonos del país. Con el 95% de confianza, el error estadístico máximo que podría esperarse es del +/- 4.5