miércoles, 20 de enero de 2010

"... no los vayan a discriminar..."



Imagen: Getty Images.

Una de las razones más fuertes y contundentes que los grupos conservadores dan para oponerse a la adopción de niños por parte de parejas de homosexuales, es que los niños hijos de estas parejas sufrirán discriminación y burlas en la escuela. De hecho, de eso se trata la tercera pregunta en la encuesta que está haciendo el PAN sobre el tema: "¿Cree usted que un niño adoptado por homosexuales sería víctima de discriminación por parte de sus compañeros de escuela?". No es necesario decir que la mayoría de la gente contesta que sí, que sería discriminado, y eso lógicamente provoca lástima o preocupación, lo cual puede influir en la aceptación o rechazo a la medida.

Me van a perdonar, pero a mí esa no me parece una razón suficiente para prohibir a los homosexuales adoptar niños. O sea, ¿en vez de atacar la discriminación hay que tratar de evitar que existan los discriminados? Siguiendo esa misma lógica, y sabiendo que el 42% de los mexicanos no quisieran convivir con un extranjero (según la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México), habría que prohibir entonces que los extranjeros vinieran a México. O si vienen, que no se relacionen con los mexicanos, "no los vayan a discriminar".

Si las decisiones sobre derechos humanos se tomaran sobre supuestos de este tipo, la población negra de Estados Unidos no podría asistir a las universidades, pues uno de los argumentos que se usaban para oponerse a que los negros fueran admitidos en las universidades "de blancos" era que los "iban a segregar". También se pensaba que las mujeres que iban a la universidad estaban destinadas irremediablemente a la soledad y a la soltería, por lo que no era bueno que estudiaran. Ideas que parecen ridículas hoy pero que en algún momento de la historia, no muy lejano, eran compartidas por la mayoría de la gente y sonaban muy lógicas y convincentes. Exactamente como suena hoy la idea de prohibir la adopción de niños por parte de homosexuales porque "no los vayan a discriminar".

Y sí, es cierto: en un país como éste hay altas probabilidades de que un niño con dos papás o dos mamás sufra burlas en la escuela. Y no hablo de escuelas católicas, donde de entrada es probable que ni siquiera lo acepten, sino de escuelas de todo tipo, incluso públicas.

Pero, ¿no sufren también burlas los niños gordos? ¿Los que usan lentes? ¿Los que usan frenos? ¿Los que tienen alguna discapacidad? Y a nadie se le ocurre prohibir que los niños gordos vayan a la escuela o la venta de lentes o aparatos de ortodoncia.

Yo soy un caso. Yo fui un niño gordo. Muy gordo. Y sufrí burlas. Tuve apodos. Y además, como mis papás eran divorciados, también fui discriminado por eso. Hubo niños que me dijeron claramente: "mis papás no me dejan que me junte contigo porque tus papás son divorciados". ¿Sufrí daños psicológicos y traumas demoledores? No. Estoy medio mal de la cabeza pero eso nada tiene que ver con los niños que no me prestaron sus canicas en la primaria. El punto es que eso era algo muy común en mi época (hace unos 30-35 años): los niños de padres divorciados éramos vistos como bichos raros. Y yo estudié en una primaria de gobierno, laica y muy democrática. ¿Por qué a nadie se le ocurrió pedir que se prohibiera el divorcio? Finalmente era una medida legal que "afectaba traumáticamente a los niños" y que hacía que los discriminaran. ¿O hubiera sido mejor promover una ley que obligara a que el Estado le quitara sus hijos a los padres divorciados quienes, evidentemente, no pueden proporcionarles un hogar feliz, normal, completo, "natural"?

Lo que va a pasar (y les tengo noticias: ya pasa) con los hijos de padres homosexuales va a ser exactamente lo que pasaba con los hijos de padres divorciados: después de unas cuantas broncas, cachetizas y escupideras, los niños van a ser tan populares o impopulares como cualquier otro. Habrá papás que no quieran ni siquiera que sus hijos estén en el mismo salón que el "extraño niño", pero igual hasta le hacen un bien al discriminado ahorrándole el trato con gente tan ignorante. Y después de algunos años, la sociedad va a evolucionar, mucho más rápido que sus dirigentes y líderes morales, y aceptará lo que hoy rechaza. Se los garantizo: yo acabé metido en una escuela del Opus Dei donde nadie me discriminó y a nadie le importaba el estatus legal de mis padres, fueran del sexo que fuesen.

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